La trama
Cuando parecía que el asunto de las cheerleaders se había olvidado, resulta que el pasado miércoles se abrió un nuevo capítulo en la primera parte del partido del Tenerife con el Calpe. Según he podido saber, las animadoras, que debutaban ese día como nuevas cheerleaders del Tenerife Baloncesto, se negaron a actuar en la primera parte durante los tiempos muertos, ya que con el atuendo que llevaban corrían el riesgo que se pudiera ver más de lo debido. El gerente preferido de las cheerleaders, Federico García Soto, tuvo que hablar con una de ellas, que eran seis, y convencerla para que actuaran.
El cúmulo de despropósitos por parte del gerente en cuestión o del cuestionado gerente está siendo tal que ha logrado que el consejero David Armas haya presentado su dimisión de la comisión ejecutiva del club. ¿Cómo se puede interpretar que David Armas, persona de total confianza del consejero de Deportes del Cabildo, Dámaso Arteaga, haya abandonado dicha comisión? Y es que este asunto está afectando, y podría hacerlo en mayor medida, a la unidad del Consejo. Ya existen serias discrepancias.
Lo que está claro es que esto no es una perreta del que escribe los Tiros Libres. La cosa va más allá. Más de un consejero cuestiona la labor del gerente. Y, encima, tiene al personal del club sublevado. Ya son cuatro los que se han marchado en tres meses. Tampoco quiere al que lleva la contabilidad. O esto lo frena el Consejo o cuando vayan a hacerlo ya no tendrá remedio. Una cosa es crear un grupo de trabajo y otra es poner el club patas arriba sin criterios lógicos.
De paso, me gustaría recordar que la legislación laboral protege a los trabajadores. Y que el mobbing o acoso moral –físico o psíquico- en el trabajo es una práctica que puede ser penada por las leyes. El acoso moral implica la existencia de un trato degradante y de un daño.
El Consejo de Administración del Tenerife tiene previsto reunirse esta tarde y valorarán las últimas actuaciones del gerente. Por cierto, ¿el gerente presentará por fin el plan de empresa que le han pedido? ¿O llevará de nuevo el dossier de prensa con los Tiros Libres? ¿Su única preocupación será la de quién me cuenta las cosas? Está tan al tanto de lo que aquí se escribe que la semana pasada pidió que se los leyeran por teléfono. No se fía de la gente que tiene en el club.
No quería desaprovechar la ocasión que me brinda este periódico –ya desde hace unos años– para felicitar a Juan Mesa, presidente del CB Hogar Escuela CajaCanarias. Con su decisión de impugnar la asamblea de la Tinerfeña sólo ha conseguido parar el baloncesto dos semanas. Que nadie pueda jugar. Enhorabuena.
En todo esto, por cierto, no existe ningún pique porque pique es resentimiento entre dos o más personas. Lo que existe es una obsesión por el Uni Tenerife como en su día la tuvo con el Cepsa Tenerife, con Paco Apeles, y así será por los siglos de los siglos. Pero lo más sorprendente es que Juan Mesa ha llegado a decir que hay una trama montada por el presidente de la Federación Tinerfeña, Rafael González, del cual ha pedido su inhabilitación. Pero no parará ahí. Tampoco va a dejar tranquilo al presidente de la Canaria, Clemente Mesa. También lo tupe a escritos para ver si lo coge en un renuncio.
Lo que hay que hacer es dejar trabajar a ambas federaciones y quien no esté de acuerdo que exprese su disconformidad en las elecciones. En ninguno de los dos casos, con aciertos y errores, se puede hablar de mala gestión. Por ejemplo, el acuerdo que cerró hace unos días la Federación Canaria con Islas Airways es algo que se pretendía desde hace tiempo y que va a abaratar los costes de los desplazamientos entre islas.
Cuando parecía que el asunto de las cheerleaders se había olvidado, resulta que el pasado miércoles se abrió un nuevo capítulo en la primera parte del partido del Tenerife con el Calpe. Según he podido saber, las animadoras, que debutaban ese día como nuevas cheerleaders del Tenerife Baloncesto, se negaron a actuar en la primera parte durante los tiempos muertos, ya que con el atuendo que llevaban corrían el riesgo que se pudiera ver más de lo debido. El gerente preferido de las cheerleaders, Federico García Soto, tuvo que hablar con una de ellas, que eran seis, y convencerla para que actuaran.
El cúmulo de despropósitos por parte del gerente en cuestión o del cuestionado gerente está siendo tal que ha logrado que el consejero David Armas haya presentado su dimisión de la comisión ejecutiva del club. ¿Cómo se puede interpretar que David Armas, persona de total confianza del consejero de Deportes del Cabildo, Dámaso Arteaga, haya abandonado dicha comisión? Y es que este asunto está afectando, y podría hacerlo en mayor medida, a la unidad del Consejo. Ya existen serias discrepancias.
Lo que está claro es que esto no es una perreta del que escribe los Tiros Libres. La cosa va más allá. Más de un consejero cuestiona la labor del gerente. Y, encima, tiene al personal del club sublevado. Ya son cuatro los que se han marchado en tres meses. Tampoco quiere al que lleva la contabilidad. O esto lo frena el Consejo o cuando vayan a hacerlo ya no tendrá remedio. Una cosa es crear un grupo de trabajo y otra es poner el club patas arriba sin criterios lógicos.
De paso, me gustaría recordar que la legislación laboral protege a los trabajadores. Y que el mobbing o acoso moral –físico o psíquico- en el trabajo es una práctica que puede ser penada por las leyes. El acoso moral implica la existencia de un trato degradante y de un daño.
El Consejo de Administración del Tenerife tiene previsto reunirse esta tarde y valorarán las últimas actuaciones del gerente. Por cierto, ¿el gerente presentará por fin el plan de empresa que le han pedido? ¿O llevará de nuevo el dossier de prensa con los Tiros Libres? ¿Su única preocupación será la de quién me cuenta las cosas? Está tan al tanto de lo que aquí se escribe que la semana pasada pidió que se los leyeran por teléfono. No se fía de la gente que tiene en el club.
No quería desaprovechar la ocasión que me brinda este periódico –ya desde hace unos años– para felicitar a Juan Mesa, presidente del CB Hogar Escuela CajaCanarias. Con su decisión de impugnar la asamblea de la Tinerfeña sólo ha conseguido parar el baloncesto dos semanas. Que nadie pueda jugar. Enhorabuena.
En todo esto, por cierto, no existe ningún pique porque pique es resentimiento entre dos o más personas. Lo que existe es una obsesión por el Uni Tenerife como en su día la tuvo con el Cepsa Tenerife, con Paco Apeles, y así será por los siglos de los siglos. Pero lo más sorprendente es que Juan Mesa ha llegado a decir que hay una trama montada por el presidente de la Federación Tinerfeña, Rafael González, del cual ha pedido su inhabilitación. Pero no parará ahí. Tampoco va a dejar tranquilo al presidente de la Canaria, Clemente Mesa. También lo tupe a escritos para ver si lo coge en un renuncio.
Lo que hay que hacer es dejar trabajar a ambas federaciones y quien no esté de acuerdo que exprese su disconformidad en las elecciones. En ninguno de los dos casos, con aciertos y errores, se puede hablar de mala gestión. Por ejemplo, el acuerdo que cerró hace unos días la Federación Canaria con Islas Airways es algo que se pretendía desde hace tiempo y que va a abaratar los costes de los desplazamientos entre islas.
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