No se pierdan el artículo publicado por el periodista Michel Martín en su blog Conexión Canaria. De todos modos, aquí se lo reproducimos:
Venía yo pensando en que el Tenerife Baloncesto atraviesa por su época más penosa. Porque ahora mismo siento pena. Al observar lo que han conseguido unos dirigentes incapaces en gestionar nada, torpes en el arte de la política y especialistas en convertir a presidentes vilipendiados, en presidentes añorados.
Porque en estos momentos, el Tenerife Baloncesto está en tierra de nadie. Dicen que representan a una Isla pero son pocos los que nos sentimos identificados por ese club. Se quejan de la falta de cariño de algunas instituciones como el Ayuntamiento de La Laguna. No se dan cuenta que el consistorio lagunero tiene una excusa perfecta de color aurinegro. Y cuando aparece el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, tardaron tanto en subirse al tren que cuando se decidieron, el tren cambió de conductor y ya había salido de la estación.
A lo que hay que sumarle la falta de previsión organizativa. Empezaron a vender abonos sin saber para qué pabellón. Se quejan de que el Cabildo no ayuda a mejorar la accesibilidad al pabellón Santiago Martín, sin haberse enterado de las obras que había ejecutado la corporación isleña. Hablar por hablar. Estar por estar.
En la poltrona del Tenerife Baloncesto está una persona que está legitimada por la abstención. El máximo dirigente de ese club siempre ha sido elegido por el Cabildo de Tenerife. Él también pero solamente fue escogido para los cuatro años anteriores. No para estos siguientes. La Fundación, en la que el Cabildo ha depositado sus acciones, se negó a darle su apoyo a Martín-Fernández. Se abstuvo.
Normal. Porque esta entidad tiene un presidente que no sabe de baloncesto y lo que es peor: tampoco ha aprendido nada. No tiene contactos en el mundo del baloncesto, ni tiene ganas de hacerlo. Realmente no sabemos aún qué hace Martín-Fernández en el Tenerife Baloncesto, qué aporta y a dónde quiere llevar la nave blanquiazul.
Porque en estos momentos, el Tenerife Baloncesto está en tierra de nadie. Dicen que representan a una Isla pero son pocos los que nos sentimos identificados por ese club. Se quejan de la falta de cariño de algunas instituciones como el Ayuntamiento de La Laguna. No se dan cuenta que el consistorio lagunero tiene una excusa perfecta de color aurinegro. Y cuando aparece el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, tardaron tanto en subirse al tren que cuando se decidieron, el tren cambió de conductor y ya había salido de la estación.
A lo que hay que sumarle la falta de previsión organizativa. Empezaron a vender abonos sin saber para qué pabellón. Se quejan de que el Cabildo no ayuda a mejorar la accesibilidad al pabellón Santiago Martín, sin haberse enterado de las obras que había ejecutado la corporación isleña. Hablar por hablar. Estar por estar.
En la poltrona del Tenerife Baloncesto está una persona que está legitimada por la abstención. El máximo dirigente de ese club siempre ha sido elegido por el Cabildo de Tenerife. Él también pero solamente fue escogido para los cuatro años anteriores. No para estos siguientes. La Fundación, en la que el Cabildo ha depositado sus acciones, se negó a darle su apoyo a Martín-Fernández. Se abstuvo.
Normal. Porque esta entidad tiene un presidente que no sabe de baloncesto y lo que es peor: tampoco ha aprendido nada. No tiene contactos en el mundo del baloncesto, ni tiene ganas de hacerlo. Realmente no sabemos aún qué hace Martín-Fernández en el Tenerife Baloncesto, qué aporta y a dónde quiere llevar la nave blanquiazul.
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